Esta es una propuesta para grupos desde 10 personas. Si tienes un centro de yoga, eres profesora o tienes un grupo con el que quieres viajar, quizá esta es la mejor propuesta.  Mi forma de organizar los viajes, incluye una inmersión cultural con amigos locales que nos acompañarán, a los lugares más emblemáticos que elijas, incluye clases de yoga, meditación, filosofía, mantras, con profesores nativos en la capital del yoga, en Rishikesh.  Y por supuesto, yo os acompañaré para traducir al español todo lo que ocurre: las clases, las ceremonias, las visitas y los diálogos que puedan ocurrir entre aquellos que nos acompañen y vosotros.

Así que da por hecho que cuando obtengas tu presupuesto, habré tenido en cuenta el estilo de yoga que queréis practicar, los lugares que quieres visitar, las ceremonias que quieres celebrar para tu grupo, las clases y talleres, y otras visitas que serían muy difíciles de organizar sin personas locales que ya son amigos y familia y que nos acompañarán a todo lo que queráis.

Te ofrecemos un viaje, un retiro de como máximos dos ciudades, para mí las más especiales, las que me han cambiado, sin duda, la vida: Rishikesh y/o Varanasi.

Rishikesh porque es la cuna del Yoga, grandes maestros han estado desde hace años enseñando y practicando aquí desde tiempos ancestrales y esa energía, aún se mantiene en esta ciudad. Con el sagrado Ganges al alcance, para bañarte y purificarte, con las montañas de los Himalayas al horizonte, y alojándote en un barrio tranquilo, donde el segundo día, los locales te saludarán como a cualquier vecino. Es una lugar perfecto pata que pueda presentaros a mis amigos y familia, a los que han sido mis profesores y todos esos lugares y rituales que a mí me robaron el corazón. Es una ciudad segura, amable y fácil en la que puedes disfrutar de la locura de India o de la calma de la Madre Ganga y sus montañas.

Varanasi es una ciudad más intensa, donde la esencia de India se siente en cada rincón. En los ghats, en el mismo río Ganges, en las calles estrechas y mercados, en los templos escondidos y en las ceremonias alrededor de este río sagrado. Kashi o Varanasi es bien conocida por ser aquella ciudad, donde hay un fuego que nunca se apaga, la ciudad del Dios Shiva, donde se mezclan la vida más colorida y los rituales funerarios que harán que veas la vida de otra forma. Los atardeceres y los amaneceres en este lado del mundo, te dejarán sin aliento, es una promesa.

Es una ciudad que me dejó una marca para siempre y es mi gratitud lo que hace que quiera compartirla con vosotros.

En el tiempo lento, en los rituales en los que se para “el hacer”, en el andar y en el asombro. En todas estas cosas está la esencia, lo que puede hacer que algo te cambie o te vuelque, en el tiempo de la reacción, en la recapacitación sin prisa, en el vaciarse aunque sea por un tiempo y no tener que ser ni mostrar. Que haya tiempo para perderse y escuchar, para recibir, masticar y sentir cómo cambia el sabor (y tú misma), y después empezar a tragar. Porque solo te impregna aquello que se alarga. Solo te impregna si te permites contemplar.

Dice Byung-Chul Han que de otra forma, “no hay acceso a la realidad, que solo se revela a una atención contemplativa”.Eso es lo que pretendo cuando preparo un viaje en este caso al norte de India. Solo un lugar, para que puedas encontrar el núcleo de donde sale todo lo demás. Para que nades profundo a t manera. Yo estaré contigo siempre que así lo quieras.