Todo este universo no es sino alimento y comensal
Bṛihadāraṇyaka upaniṣad
El poder del fuego
Las escrituras védicas entendían la existencia como un continuo sacrificio, los seres vivos eran devoradores y devorados. La idea de comer y ser comido era la que irremediablemente llevó a la cumbre de la pirámide al elemento fuego que, mientras es alimentado, consume y crece y cuando no tiene combustible, muere.
Y así varias formas de fuego han sido observadas por funcionar de la misma manera. El sol, la luz, la digestión, el calor, el deseo. Y solo a través del fuego se podía acceder a los dioses, que “no comen ni beben, pero quedan satisfechos con la visión de las ofrendas”.
El fuego fue capturado, venerado como puente hacia lo divino, una manera de que entre dioses y hombres existiera una cooperación: a través del sacrificio, aparecían las lluvias, y después los frutos de la tierra. Y así sin fuego y sin entrega al fuego, la vida no existía. A menudo era invocado junto con Indra, Vāyu y Soma. Se decía que Agni es la boca de los dioses y diosas, y el intermediario que les transmite ofrendas. Por lo tanto debía existir en las tres niveles (en los tres mundos): en la tierra como fuego, en la atmósfera como un rayo y en el cielo como el sol.
En los Veda
Se le dieron nombres, muchos. Se le dio un aspecto, unas cualidades y una personalidad para poder explicar en palabras el poder intrínseco de aquello que no se puede entender de otra manera. Agni, el dios Fuego es rojo, tiene ojos amarillos y dos cabezas. Tiene cuatro brazos que sostienen una antorcha, un hacha, un abanico que sirve de fuelle y un cazo. Su varaṇa es un carnero, su estandarte el humo y tiene siete lenguas de fuego que usa para lamer el ghee, la mantequilla clarificada que se le ofrece en las oblaciones.
No hay otro dios que tenga tantos versos en los Vedas, y es que es el mediador, el protector y el que comparte y ofrece el resplandor, y es aquí en este momento entre la veneración de un dios y la comprensión de que el fuego es inherente en todas las cosas, donde se reconoce la existencia de una luz exterior y otra interior, que representa el conocimiento, la fuerza de voluntad.
El fuego en el pensamiento védico es el poder de transformación y se extiende a todos los aspectos de la luz, la vida, la inteligencia y la conciencia. Entender el papel de Agni, es primordial para entender y vivir en harmonía con nuestra naturaleza, la naturaleza del Ser.
Agni: El fuego en el āyurveda
Quizá el que más conocemos gracias al āyurveda, es nuestro fuego digestivo o Jāṭharāgni. Es la base de nuestra salud y reside en el ombligo y el intestino delgado, convierte la comida y la bebida en energía. El cuidado del fuego digestivo es clave para el funcionamiento correcto del cuerpo.
Pranagni es el fuego del aliento que se sostiene a través de la respiración, reside en los pulmones y el corazón y se extiende lacia los sentidos y la mente. Existe un Agni de la mente exterior que digiere las impresiones sensoriales. El fuego de la inteligencia, de la mente interior que nos permite el discernimiento correcto, distinguir entre lo que es real y lo que no, convierte las experiencias en conocimiento.
Y el fuego de la conciencia es la forma del fuego definitiva, la que cuando estemos preparados nos dejará ser conscientes de lo eterno e infinito. Este es el fuego que quema y digiere nuestros karmas y saṃskāras, es nuestra naturaleza más elevada.
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